Pablo López sigue siendo, en gran parte, ese niño que se crió en Fuengirola, tocando la guitarra que su madre, Lola, le regaló a los cuatro años o enamorándose del piano en el Conservatorio de Música del barrio del Ejido, ese instrumento por el que pierde la cabeza y para el que tiene una habilidad única. Se considera ‘Un loco que escapó’ de Málaga para emprender una aventura que ha empezado a dar sus grandes frutos. Quizá el destino, tras concursar en programas de talentos musicales como ‘Veo, Veo’ u ‘Operación Triunfo’, ha hecho que acabe siendo coach en uno de ellos: ‘La Voz’. Con su primer disco, ‘Once historias y un piano’, se convirtió en 2013 en artista revelación, logró un Disco de Oro y la nominación a ‘Mejor Nuevo Artista’ en los Latin Grammy Awards. El segundo, ‘El mundo y los amantes locos’, Disco de Platino, vino cargado de oportunidades y consagración. Ahora llega ‘Camino, fuego y Libertad’, donde cumple su sueño de grabar en los míticos estudios de Abbey Road con la Metropolitan de Londres. Un disco con el que alcanza su madurez musical.
Has dicho que ‘El patio’ trata sobre hacer desaparecer lo que no quieres tener en tu vida, lo que no quieres sufrir… ¿Qué no quieres sufrir tú?
Miedo, básicamente. Es tan paralizador que hace a la gente peor persona y más pequeña, si tienes un talento te lo quita y si tienes una ilusión te la agria. Creo que enfrentarse al miedo es aceptarse a uno mismo y lo mejor es intentar echarlo de tu vida. Por eso, cuando aceptas cómo, eres para bien o para mal, empiezas a tener menos miedo.
¿Por qué te emociona tanto esta canción? Has reconocido que, al principio, cada vez que la escuchabas, llorabas…
Quizá porque conlleva ese riesgo. Todo lo que he escrito me ha emocionado, pero ahora me proponía hacer algo que trascendiera tanto en mí, que yo pudiera disociar lo que estaba haciendo, como en un programa de televisión. Cuando me vi cantando esta canción en ‘La Voz’ me sentí como si estuviera en el salón de mi casa, algo que no me había pasado nunca, y eso es muy difícil de conseguir. Desde que empiezo a tocar esta canción entro en un estado de éxtasis absoluto, que no quiere decir que sea positivo, y que me lleva a otra parte y me permite mostrarme como soy, sin ningún tipo de doblez, en cualquier medio. Normalmente esto siempre me ha pasado en los conciertos, donde hay esa mística en los teatros que te permite cantar cualquiera de las canciones que tengo en esa tesitura, pero había paredes que aún me costaba escalar.
Este disco, ‘Camino, Fuego y Libertad’, marca un antes y un después en tu carrera…
Es un disco de absoluta desnudez, tanto en lo personal como en lo musical. Me gusta porque he intentado darle homogeneidad. Todos los títulos de las canciones son artículos y sustantivos: ‘El Camino’, ‘El Gato’, ‘El Incendio’, ‘El Patio’… Incluso en el arte físico, en la portada, existe esa homogeneidad. Todo está relacionado para darle valor. Y es que hace tiempo que me vienen diciendo que se van a acabar los discos, porque ahora la gente se hace playlist de 4.000 canciones. Y no es una critica, sino la evolución inevitable en la forma de escuchar música. Pero, como quiero seguir haciendo discos el resto de mi vida, me esfuerzo bastante para que cuando la gente escuche una canción de este disco, automáticamente detecten que es de ‘Camino, Fuego y Libertad’ y no puedan confundirla con otro disco.
¿Dónde encuentras libertad?
La libertad la encuentro en la verdad, en la honestidad. Cada día tengo más claro que es cierta esa frase de “La verdad os hará libres”. Yo no entiendo la verdad como la suele entender el resto de la gente, de esa manera frívola, cuando hablan de que son personas muy sinceras. Para mí la verdad es la coherencia: saber dónde estoy y a dónde voy, sin intentar mentirse a uno mismo. Y esa es la verdadera libertad.
Empiezas la gira en febrero y actuarás, sobre todo, en teatros y auditorios. Algo muy íntimo…
Prefiero actuar así porque a la gente que va a verte les estás dando más exclusividad, se disfruta más, se puede escuchar el silencio de vez en cuando, abrazarte al público… Aunque yo meto tanta cera que nos quieren echar de todos los teatros (ríe). Y no es porque sea íntimo, sino por darle calidad y permitirme hacer algo a lo que estoy enganchado, que es comunicarme con el público. Me siento muy cómodo en este formato y me dan mucho miedo los conciertos multitudinarios, por si se pierde ese lenguaje que tengo con la gente que viene a verme.
Hablando de actuaciones, el día que cantaste por primera vez ‘El Patio’ en público, lo hiciste a través de las redes sociales. Creemos que fue una de las mejores actuaciones de tu vida en cuanto a interpretación… Se notaban las ganas de desvelar el secreto y compartirla. Y para ti, ¿cuál es la actuación de tu vida?
No podría calificar. Pero el otro día, por una cuestión de redondez, ya que era puro directo y era la primera vez, te podría decir que fue de las mejores. Aunque me cuesta llamarlo actuar, porque solo interpreto.
Hablemos de ti. ¿Cuál es la diferencia, si la hay, entre Pablo como persona y como músico?
Absolutamente ninguna. Me he cansado de escuchar la frase de “no vayas a cambiar”… Pues claro que voy a cambiar, porque todos cambiamos. Y lo que más ha cambiado, no se si para bien o para mal, es que se ha estrechado mucho el cerco en ambas facetas. Y no es una búsqueda, sino que está pasando. Antes había una pequeña separación, pero ahora podría decirte que hablo el mismo lenguaje con las manos que con la boca.
¿Con qué pierdes la cabeza? Además de con las 88 blancas y negras.
Con pocas cosas… Con las risas, con la complicidad y con la piratería de tener una gente maravillosa con la que practico el amor más bonito que hay: la amistad.
¿Tienes algún confidente que sepa lo que no saben tus canciones?
Más que la canciones no tengo ninguno. Pero por decirte alguien físico, sería Luis López, mi hermano, que trabaja conmigo y es mi mejor amigo.
Hablemos de Málaga. ¿Crees que hay un talento especial en esta tierra? Porque… !vaya cantera!
Alucino con la cantidad de proyectos que están saliendo de Málaga, que es algo histórico, y sobre todo con tan distinto sabor. ¿En qué nos podemos parecer Pablo Alborán y yo, o la Mari, Vanesa Martín, Susana de Efecto Mariposa, Tabletom…? Málaga me recuerda a las olimpiadas de Londres 2012, donde usaron la música como el patrimonio más bonito y destacado que tenían. Pues yo estoy orgulloso de decir que el patrimonio más grande que hay en Málaga es el arte. Que se me permita sacar pecho, porque es muy bonito que se conozca nuestra tierra también por eso. Porque el lenguaje de la música, del arte, de la poesía, de las artes pláticas… es más bonito que cualquier idioma bien conjugado.
¿Cómo recuerdas tu infancia y adolescencia en Málaga?
El sol que se pone en julio, allí dónde las hamacas en la playa de Los Boliches de Fuengirola, cuando te viene el olor de los espetos que los restaurantes están haciendo para cenar. Y tu estás ahí y piensas: “por qué no hombre, me voy a echar otro bañito”. Y hasta el agua está más templada y se produce ese equilibrio, casi balanceado, entre los grados del agua y la temperatura de fuera… Y quizá estar con una chavala y daros un beso…
Ahora que vives fuera, cuando vienes a pasar unos días a Málaga, ¿qué sueles hacer?
Principalmente, intentar que mi madre entienda que además de verla a ella también tengo que ver a mis amigos, e intentar también no pelarme con mis propios fantasmas. Porque te diré algo: en una vida tan revoltosa como la de cualquiera que nos dediquemos a esto, uno tiene siempre sus propios fantasmas, porque los inicios fueron duros y fueron en mi tierra. Es como ver el primer capítulo y emocionarte de todo el camino andado. Málaga a veces me crea ese punto de estrés, sin querer, donde te cuestionas muchas cosas del pasado, y causa ese punto agridulce en mi mente. Pero siempre que vengo a Málaga, por supuesto que disfruto de mi tierra y le debo muchísimo, aparte de mi acento y mi forma de ser.
¿Cuál es tu rincón favorito de Málaga?
Por mi carácter urbano, estoy enamorado de la ciudad de Málaga. Me parece que tiene una belleza como nunca, está más guapa, más culta y más urbanita que nunca. Cualquier calle del casco antiguo en las que te quedas un rato mirando su luz, de esas milenarias y chiquititas, con una terracita, un par de cervecitas y unos amigos; ese me parece el mejor rincón de cualquier parte del mundo.
TEST CON ALMA
¿Qué superpoder te gustaría tener? El de escuchar la risa de gente que ya no está.
Si existiera la reencarnación, ¿en qué o quién te gustaría reencarnarte? Me gustaría ser un ave de paso, porque vuela y no tiene que quedarse en ninguna parte.
¿Una película? Te digo dos: ‘Pulp Fiction’, de Tarantino, e ‘Inception’, de Christopher Nola.
¿Un libro? ‘El Sonido de los Beatles’, de Geoff Emerick.
¿Una canción? The Logical Song, de Supertramp.
¿Un lugar? El Barrio de la Latina, en Madrid.
¿Una palabra? Libertad.
¿Un sueño? No despertarme de este.
Esta entrevista forma parte del último número de la revista Ciudad con Alma, que puedes ver a continuación: