Luis Olmedo: “El día que no me sienta nervioso antes de actuar, yo me voy para casa y ahí se acaba”
Nos adentramos en la penumbra de la sala. Los espectadores permanecen en islas, separados por cien centímetros y medio del resto de asistentes. Una lente hace de traductora y la magia se proyecta en una lona blanca. Sobre el escenario un solo hombre y una baraja de cartas. Una mesa con un mantel rojo. Tres sillas. Y una cámara.
Perspectiva es lo que hace que veamos diferente una misma cosa dependiendo de cómo la miremos. A menudo para que la perspectiva funcione, es necesario cambiar de posición. Y, sin embargo, desde nuestro asiento Luis Olmedo hace que cambiemos la perspectiva sin siquiera movernos. Eso es con lo que trabaja el ilusionista, con hacer que no veas algo cuando lo estás mirando.
Luis Olmedo está especializado en magia de cerca y, por lo que sea, este año esta vertiente de la magia no lo está petando. “La magia de cerca ahora mismo, no digo que esté descartado, pero sí que ha caído un 99%. La otra forma de hacerlo, que llevaba ya tiempo trabajando en teatro, es proyectando la imagen de lo que está pasando en la mesa. Nosotros vamos con una cámara o con dos cámaras, lo vamos realizando en vivo y la gente puede ver desde sus asientos lo que está pasando como si estuvieran a un metro”. He ahí la lona blanca. La magia salpicada en la pared.
Chasquea los dedos frente a la cámara y se proyecta a sus espaldas. Dos opciones: o no hay trampa o el mundo se está perdiendo a un gran coreógrafo. Pide dos ayudantes entre el público y también se proyectan sus manos. Sus camisetas. La pernera de un pantalón Una baraja de cartas. Cuatro monedas. Dos bocas abiertas tras unas mascarillas de color azul.
“Muchas veces la propia expresión de los espectadores hace que sea creíble, porque si no les gusta lo manifiestan, si les gusta lo manifiestan, si se ríen, si la risa es real o no… Esas cosas quiero pensar que no se pueden forzar. También te digo una cosa, ¿a cuánto me sale el espectáculo si tengo que contratar a siete actores solo para cubrir mis carencias? No estaríamos hablando de una expresión artística, estaríamos hablando de pantomima”. Es transparente. Sube a las tablas, dice, y no tiene nada que ocultar. Va con la verdad por delante.
¿Qué es entonces la magia? La trampa, la triquiñuela, el engaño… ¿Dónde quedan ahora que Luis Olmedo nos habla de sinceridad? “Uno de los principios por los que yo me rijo es no mentir. Una cosa es el engaño psicológico o perceptivo, pero ese engaño no es vil, es un engaño artístico, por así decirlo. Podríamos equipararlo a la película que te hace creer que el personaje al que tú le has cogido cariño está muerto cuando en realidad está vivo, en su casa, cenando y probablemente mejor que tú y que yo”, ríe.
Todo el proceso compositivo de su obra, cada movimiento de manos meticulosamente cuadrado con los crescendos que resuenan a través de los altavoces, cada ensayo, cada plano estratégicamente medido. ¿Todo para un total de 90 minutos? “Lo primero es que la gente se relaje, que se olvide de lo que hay fuera durante el rato que vamos a estar. Lo segundo, por supuesto, qué flipen. Y tercero, el transmitir diferentes emociones en función del espectáculo. El espectador se tiene que reír, tiene que haber momentitos de pellizco, tiene que haber momentitos de ‘no puede ser, eso es imposible’. Eso es lo que intento: transmitir diferentes emociones”. Ah, ahora sí, lo comprendemos.
Porque lo peor que le puede pasar a un ilusionista es que el público se aburra, responde Olmedo con rotundidad. “Hay un mago manco argentino, René Lavand, que falleció hace unos años, él decía que el público te perdona el fallo pero lo que no te perdona es aburrirse. Y es verdad, yo puedo perdonar un fallo de raccord en una peli, lo que no puedo perdonar es un guion malo o que me aburra”.
Por supuesto, también que se vea el juego, dar un traspiés o hacer un movimiento de manos un poquito más lento de lo habitual pueden, en cuestión de segundos, suponer la diferencia entre un gran espectáculo o la ruptura de la ilusión. “Pero todos somos humanos, y los magos no somos máquinas, no tenemos power, pero eso al final si te ha fallado algo estrepitosamente lo mejor es reconocerlo y ya está”.
Son muchísimos ensayos, muchísimo trabajo, muchísimas preocupaciones. Si va a venir gente o no, si va a gustar o no, si saldrá todo coordinado, si recordará el guion… Sentarse y mirar al escenario es lo fácil. Lo que se ve es solo la punta del iceberg. Luis Olmedo no deja atrás los nervios, se juega mucho, por eso da saltos en el camerino, hace estiramientos, calienta la voz y abraza (sin abrazar) a su equipo. “El día que no me sienta nervioso antes de actuar, yo me voy para casa y ahí se acaba”. La gravedad de sus palabras deja sin lugar a dudas que Luis Olmedo, como siempre, no miente.
El motivo de que el ilusionista continúe inmerso en este mundo es fácil de entender: “La magia tiene una cosa muy bonita que no me he encontrado en otras facetas y es que puedes estar en una misma mesa, almorzando, tomándote una cerveza, con un señor de 80 años que sea de una ideología religiosa, política, radicalmente opuesta a la tuya, con un chaval de 15 años y tú, y todos hablando de lo mismo y trabajando en un mismo sentido. Eso no me lo he cruzado en otra afición. Si no fuese por la magia no me habría cruzado con esa gente. Eso me parece, sin duda, una cosa muy bella”.
Su andadura comenzó hace casi una década y media, cuando YouTube era un descampado, por persuasión de Jorge Blas y de un programa de Cuatro titulado “Nada por aquí”. “El venenillo me lo dejó el programa pero cuando a mí me llegó a mi casa el primer libro de magia que me compré (Cartomagia fundamental del autor Vicente Canuto) y descubrí lo que era aquello, me enganchó de una forma que no me había enganchado otra cosa”.
Hay magos que revelan sus trucos, Vicente Canuto es un ejemplo. Luis Olmedo es otro. “Tengo una escuela aquí en Málaga en la que enseño a empezar de cero en la magia. Revelamos para aprender, si yo te revelo a ti un juego es para que tú ilusiones a la gente, si te lo cuento para saciar tu curiosidad entonces es cuando pierde la magia”, nos aclara. No lo dice, pero esa tienda es AndaMagia. Lo dejamos caer.
Un total de nueve premios decoran la estantería de su escuela. Los tenía metidos en una caja de cartón dentro de un armario, arriba, hasta hace poco. El motivo es que “no son tan importantes”. “Los premios los he ganado, ole yo. Pero un premio no te hace ser mejor. Tu consigues el premio y con eso lo que estás ganando es el bote acumulado de lo que llevas, pero al día siguiente tu eres el mismo. Por ejemplo, el que gana el Oscar yo no creo que sea mejor al día siguiente, sino que se ha valorado su trayectoria y se ha valorado un buen trabajo”.
Y, por supuesto, no son los premios los que lo obligan a superarse. “Soy muy inconformista y, de hecho, hay veces en las que me cabreo conmigo mismo, quiero dejarlo, me entran mis inseguridades, luego de repente me viene la inspiración… Todo viene de ese inconformismo, del intentar siempre hacer algo mejor. Pero no he sentido presión nunca porque he notado que el entorno de la magia me ha querido, me ha tratado muy bien siempre, y el público que ha venido a verme siempre ha sido agradecido. La presión ya la llevo incorporada en la personalidad”.
Superarse en el aspecto técnico es, ahora, más difícil que nunca. Pero Olmedo se mantiene positivo: “Ahora mismo se están dando alternativas que no se habían dado nunca. Un espectáculo de magia online e interactivo. Por Zoom. Oye, pues curioso está. Pero es que hace poco en Portugal hicieron un espectáculo de magia como en un cine de verano. La gente iba en sus coches y, claro, una pantalla como un demonio de grande, y el mago con las cámaras. Si lo piensas es una locura, pero se están dando nuevas iniciativas. Yo creo que siempre nos toca reinventarnos y no tengo ni idea de donde vamos a estar dentro de un año o dentro de dos, pero lo que si tengo claro es que se dirige ahora mismo hacia un proceso creativo del que seguro que van a salir otros formatos, otras formas de expresión relacionadas con la magia. Yo no me imagino que todo lo que se está trabajando ahora cuando pasemos a la normalidad se olvide”.
– Pero, y en el aspecto artístico, ¿a dónde se dirige la magia? – preguntamos.
– Creo que cada día hay más propuestas que mezclan nuevas facetas de la magia. Por ejemplo, fusiones entre música y magia siempre ha habido, entre magia y comedia siempre ha habido. ¿Pero fusiones entre flamenco y magia? Pues hay un mago en Badajoz, Christian Magritte, que lo hace. Pero es que te vas a Francia y hay una corriente que se llama la Nouvelle Magic que mezcla teatro, clown, todo con magia. Y ahora hay también un mago aquí en Málaga que se llama Dani Danielo que mezcla magia con acrobacias. Esto si sigue evolucionando de esta forma dentro de unos años seguro que hay propuestas de lo más disparatadas, para bien, y que el espectáculo al uso, del mago, chistera, paloma, ese concepto un poquito más…
- ¿Clásico?
– Pasado. Vamos a decir pasadillo. – sonríe con los ojos. – Ese concepto puede empezar a difuminarse y que la magia ocupe un lugar también importante dentro del mundo de la cultura.
Y es importante, claro. Ahora que creemos haberlo visto todo. Ahora que estamos desentrenados en esto de encontrar la ilusión. Ahora más que nunca necesitamos que alguien cree imposibles frente a nuestros ojos. Con un poco de suerte saldremos por la puerta de aquella sala en penumbra, cerrando nuestros abrigos y ajustándonos (aún más) las mascarillas, y pensaremos que puede ocurrir cualquier cosa, solo que esta vez para bien.
A continuación os dejamos, nuestro test más personal, el «Test con Alma» que le hicimos a Luis Olmedo para la entrevista:
Y como no podía ser de otra manera, para terminar la entrevista os dejamos un vídeo con uno de sus fabulosos trucos de magia:
Autora de la entrevista: Ana Eva Jiménez
Muy buena la entrevista y con el truco de magia se me han quedado colgada las piernas….vaya crack!!
Una entrevista muy interesante, me gusta la parte en la que lo pone en un aprieto diciendo que a él no le gusta el engaño.
Y con el truco me ha pasado como a Katy, como leches a hecho eso!!!!!
Si es que mentir está feo… ¡Gracias por tus palabras!
No sabía yo que en Málaga tuviésemos magos de este nivelazo…
Posiblemente una de las mejores entrevistas que me han hecho nunca. Gracias a Ciudad con Alma por haceros eco, por venir a mi espectáculo y por abrirme las puertas de vuestra revista. Disfruté mucho con vosotros.
Un abrazo enorme.
Buenos días Luis,
Muchas gracias por tus palabras. Pero las gracias te la damos nosotros a ti por ser no solo un excelente profesional, sino una mejor persona con un gran corazón.
Un fuerte abrazo!!
Una pregunta para Luis: como has podido hacer ese truco por Dios?????.
Tengo los ojos como platos, que bueno
Yo te lo diría pero, ¿y lo bonito de no saber algo? ¿Eh? ¿Eso quién te lo quita? 🙂
¡Un abrazo!
La entrevista tiene un enfoque excelente, y hay una cosa que dice este hombre que es una verdad como un templo, si en un espectáculo de magia el público se aburre, entonces apaga y vamonos.
El truco es de genio, Enhorabuena!!
¡Pues espero que no te hayas aburrido con el juego! 🙂 Gracias por tu comentario Carmen y por tus palabras. ¡Un abrazo!
Cómo me voy a aburrir si ha sido una genialidad
De verdad, de verdad…..que es un auténtico crack
Cómo es posible hacer lo que ha hecho…que alguien me lo explique porfaaaaa!!!!
Que bueno lo que cuenta del espectáculo al aire libre en Portugal, podían tomar nota aquí y hacer algo similar, porque espacios en Málaga tenemos unos pocos. Y lo del truco de cartas me ha dejado sin palabras ¡¡No comment!!
Para hacer trucos de ese calibre hay que ser un genio, Felicidades!
Buaaahhhhh, lo de tirar la carta y que justo caiga entre medios de los ases, me ha dejao locaaaaa 🙂 🙂 🙂