La mujer menguante de Petra Desiderata
Mi abuelo Pepe, que en paz descanse, siempre decía: “No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista”. Y qué razón tenía porque, o mueres en el intento o, al final, siempre vuelve a lucir el sol.
En estos días llenos de horas que nunca se nos hicieron tan eternas, tan ociosas y tan reflexivas, nos sorprende saber que, aunque los aviones no sobrevuelen los azules cielos dejando su artificial estela y todo sea quietud y calma impuesta, cuando unos aplausos vespertinos son un acontecimiento social o la risa despreocupada de un niño que rompe el silencio de manera atronadora nos suena como algo lejano y extraño, nos hemos dado cuenta que, a pesar de nuestro momento estático, el mundo sigue girando. Nos sorprendemos de una manera pueril de que la vida continúe su devenir, no pensamos que las personas siguen enfermando (de otras cosas), sigue muriendo (de otros males) y siguen los sentimientos a flor de piel.
Dicen que las crisis son un momento propicio, un acicate perfecto para desatar la creatividad. Los momentos históricos de grandes penurias, de injusticias tremendas y convulsos tiempos han parido a mujeres y hombres extraordinarios que, desde ese punto de inflexión en el que la humanidad se sume de manera cíclica una y otra vez, han sabido (o han podido) encender un ingenio que iba más allá de una resignación.
Yo, que peco casi siempre de incrédula -porque el empirismo me ha dado grandes y magníficas alegrías- me admiro y vuelvo a confiar ciegamente en la musa que me dicta al oído en estos tiempos en los que la lírica, parece ser, es más necesaria que nunca. La privación de una libertad que teníamos más que asumida con la soberbia que nos caracteriza, nos ha dejado como a perro que le quitan hueso.
Pero… ¡Ay, amigos! Siempre quedarán los versos, los ninguneados y malqueridos versos a los que nos abrazamos cuando todo lo demás se derrumba. Esos mismos versos que en “La mujer menguante” se pueden sentir tan míos como vuestros cuando dicen:
“Víctimas propiciatorias; nos entregamos con las manos atadas
Esperando el castigo que nos ha de llevar a un lugar mejor.
Ansiamos la penitencia más dura, más férrea.
Todo lo damos con tal de recibir una mirada fiera.
Unas manos que claman, unos dedos como garras
Que se crispan en tu espalda como si el mañana fuera algo ignoto.”
Ha querido el siempre inoportuno destino, que estos poemas tejidos por la que suscribe, reclamen voz ahora. Yo no lo quise, quizás lo quisieron ellos, que yo me pliego siempre a un orden más elevado.
No esperéis catastrofismos, ni lenguaje lírico y barroco. No es mi estilo. Yo siempre le canto al amor y el amor es un desgarro también. Cada estrofa que os regalo, es un trozo de alma que se desgaja para volver a regenerarse siempre más sabía, siempre más pura. Despojándose de veladuras hasta encontrar ese prístino grano de arena en la palma de una niña princesa. Claro está, que antes de todo esto, llegará la nada. Arrasando todo a su paso, y dejando cicatrices que siempre quedarán frescas en la memoria. “La mujer menguante” se hace pequeña, casi invisible, para convertirse en una semilla en barbecho, una mariposa dentro de su pupa, en un letargo necesario….
“La mujer menguante” mengua porque quiere, porque puede. Para medrar y renacer con todos los vestidos nuevos que son su piel y su voz. Para apretar los talones contra el suelo, nadar hacia la superficie en busca de oxígeno y llenar sus pulmones de un grito de libertad. Sin importarle las palabras que hostigan ni los ojos que callan urdiendo venganzas fútiles.
Y esta, que desde aquí os declama (y reclama), os alienta a manosear estos poemas. Es el tiempo de recitar en salones atestados o íntimos, en cocinas que hacen hogar, en dormitorios perfumados de deseo o lanzados al aire desde balcones en tardes doradas donde el sol cada vez se resiste un poco más a marcharse. Es lo que le ha tocado a esta humilde poeta, pero no me quejo. Los tiempos dirán lo que tengan que decir: si este poemario se recordará como algo enigmático en tiempos de pandemia, si será una comunión entre nosotros o, por el contrario, pasará desapercibido sin más. En vuestras manos y ojos me encomiendo. Yo no puedo hacer otra cosa que lo que escribo en estos versos:
“He aprendido a acariciarme.
Apoyo la mano en mi mejilla tibia y húmeda.
Al principio era puro dolor, culpa, miedo…
Pero ahora, siempre busco el momento a solas
En que, con las yemas trémulas de mis dedos
Tamborileo suavemente mis entrañas y me digo:
“Nunca me abandones”.
Y la respuesta es un suspiro y un asentir del alma,
Que se pliega y me perdona.
Me dice que la vida será
Y me arrulla.”
Artículo redactado por Patricia Cortés
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Blog: https://desiderata.info/
“La mujer menguante” se puede encontrar (de momento hasta nueva orden) en la librería madrileña “La buena vida”. Adjunto enlace de compra:
https://www.librerialabuenavida.es/en/libro/mujer-menguante-la_ABV0070001
¡¡ Enhorabuena a la autora !!
Que tengas todo el éxito del mundo 🙂
Felicidades por el libro.
¡Muchos éxitos!
Que un libro vea la luz siempre es motivo de alegría, así que muchas felicidades
Ese es correcto.
Coincido contigo Pepe, un país que lee es un país culto
Felicidades y muchos éxitos…
Hay que fomentar la lectura, si señor…..¡¡ Felicidades !!
¡¡¡¡ Felicidades !!!!…..Viva la cultura
Felicidades!!!
Espero que sea mejor que el libro de «el enjambre» porque peor sería ya la leche. Autora con lecturas mal digeridas. Su forma de escribir es chabacana, Suele acabar los libros hasta el final pero éste lo tiré al fuego de la chimenea. Sorry
Quería decir suelo leer los libros hasta el final pero los de Petra son infumables. Lamento haber dejado el comentario pero creo que era mi obligación. Lo digo porque la autora no debe perder el tiempo escribiendo porque no se le da nada bien. Saludos
Efectivamente la.palabra escritora le viene grande a este personaje. Me regalaron su libro de artículos y casi me entra depresión. Malísimos. Me dejó la impresión de ser ujna mujer llena de complejos.
Yo asistí a un taller literario de esta autora. Debo decir que fue la peor inversión de mi vida. Al poco talento didáctico se le unía su poco tacto para tratarnos. El resultado es que nos fuimos todos. Compré su poemario más dura será la caída y la pregunta es obligada: cómo ha podido degenerar tanto la poesía en femenino? Lees a Maria de Maeztu, a Blanca de los Ríos y luego pasas a Patricia y se te cae el mundo al suelo. Por eso creo que el título de su libro es bueno porque explica a la autora como una mujer menguante que no ha vivido mucho y que toda su literatura se reduce a que su pareja no la ama. Punto. Hazte un favor y haznos un favor a todos : sal de tu casa y vive. Tal vez en 25 años tengas algo que contar y hayas aprendido a hacerlo. Hasta entonces abstente de escribir porque lo tuyo es una forma de tortura.
Petra es la peor escritora malagueña de todos los tiempos.
Patricia es tan mala escribiendo como la editorial que la publica: Azimut. No le demos más vueltas. Malos tiempos para la lírica.
Esta Petra no puede decir más sandeces en menos líneas. Por cierto, vaya mierda de poesías escribe esta mujer.