Dr. Escamilla: “Lo realmente importante es ayudar a la gente a ser más feliz”
Málaga siempre nos sorprende, pero no solamente por las maravillas que alberga, que son muchas, también nos fascinan las personas que la habitan.
Hoy tenemos el placer de conocer un poquito más al Doctor Antonio Escamilla. Os aseguramos que como profesional es muy bueno y tiene una trayectoria envidiable, pero lo que realmente nos ha impresionado, es la humildad y humanidad que posee cuando trata a sus pacientes. Para entender esto, es imprescindible conocer el lema de su Clínica Estética Dr. Escamilla (https://www.antonioescamilla.com/). Es una filosofía de vida que lleva al terreno profesional, y es que para él y su equipo, lo realmente importante es ayudar a la gente a ser más feliz, a aportar lo que técnicamente se pueda desde la medicina estética o integrativa para que la gente esté más alegre, satisfecha y contenta. Nos relata con los pelos de punta que existen personas que viven realmente angustiadas por culpa de una cicatriz, una mancha, una verruga… y es un problema real que ellos pueden solucionar en un par de minutos con el láser, sin dolor, sin cicatrices, y eso, el poder ofrecerles esa felicidad, es lo que llena de satisfacción la vida del Dr. Escamilla.
Hablando con él nos damos cuenta de que lo realmente bonito en esta profesión es la vocación, porque Antonio sonríe con los ojos a lo largo de toda la entrevista mientras nos explica “claro, nos gusta que la gente se vaya feliz, yo les digo, mira, mi satisfacción no es que me pagues, que me pagues es necesario para que yo siga abierto, si no, esto no puedo pagarlo ni mantenerlo, pero mi satisfacción es que tú estés contenta, si tú no estás bien yo tampoco, no me sirve de nada, lo que pasa es que por desgracia yo tengo que pagar un alquiler, unos sueldos, unos gastos y entonces tengo que cobrar, pero te aseguro que lo haría gratis, o sea, si a mí me dieran todo esto instalado y no tuviera que pagar nada, me dieran el material, etc. tampoco te cobraría”. Cuando daba charlas a los residentes, Antonio les decía “lo más importante, son los primeros treinta segundos que recibís a la persona en la consulta, en ese momento vais a saber si lo vais a curar o no, y es tan sencillo como mirarle a los ojos y atenderle. Usted se llama tal, pues soy el doctor cual, cuénteme que le pasa… con esas cuatro palabras y mirándole a los ojos, vais a poder llegar a su corazón, y le ayudéis más o menos, se va a ir con una sensación de haber sido atendido. Que por 25.000 pruebas que les hagáis, o a 20 especialistas que los mandéis, y toda la batería que podáis gastar, no lo va a sentir si en esos primeros 30 segundos no les transmitís confianza”.
Esta vocación le viene de pequeño; iba mucho al médico para hacerse radiografías, por lo visto tenía algo congénito y, con los ojos bien abiertos y muy asustado, se tumbaba en la camilla, donde imaginaba que era el médico que lo auscultaba, con la bata y el fonendo y ahí empezó su sueño de ser médico. Es un alma inquieta y por eso no era su única aspiración, también le hubiera gustado ser navegante para tener un barco y salir a alta mar, buscaba tablones en la playa y los llevaba al patio de su casa en el Rincón de la Victoria para ver como construía su barco, y por como lo cuenta, se nota que cuando se empecina con algo, no tira la toalla, va a por todas, es gracioso imaginar ese niño buscando tablones para cumplir un sueño…
Ya en bachillerato, Escamilla eligió la rama de dibujo técnico, estuvo a punto de estudiar arquitectura, le gustaba mucho la imagen espacial y todo lo relacionado con el tema, además se le daba muy bien y nos explica que es algo que sirve mucho en medicina, “porque las resonancias, el escáner no es más que un corte en distintos planos de la figura, yo iba encaminado”. Finalmente, lo que hizo que se decantara por la medicina fue que veía la arquitectura fría, le faltaba el calor, esa parte de servicio, de ayuda al otro que tanto le gusta y le llena.
Nos cuenta que fue una carrera dura, de letras, de memoria pura y dura, que hasta tercero no vio medicina, que solo daban física, biología, psicología de una forma árida y, que si algo tenía claro era “yo quiero practicar la medicina en la que yo crea, no la que me están enseñando, que esa la tengo que aprender porque si no, no me dan el título, pero luego aplicaré la que yo vea que funciona, yo nunca pensé que iba a dedicarme solo a lo que me enseñaban, jamás” sentencia el Dr. Escamilla. De hecho, cuenta que empezó a trabajar en una clínica de Fuengirola que hacían medicina de asistencia a domicilio y en el centro, que era privado, le mandaron a un hotel de franceses donde el médico que había allí, usaba homeopatía y medicina naturalista, y Antonio nos relata “yo pensaba que la verdad absoluta no la tiene nadie, todos aportamos una versión diferente del elefante, yo veo la cola, tú ves los cuernos y otro ve las patas, o sea, es el mismo animal, pues igual pasa con la medicina, todo ayuda”. Cuando él estaba de sustituto, los pacientes le pedían homeopatía, y él entre risas, confiesa que no tenía ni idea, pero se interesó por el tema y empezó a estudiarlo para poder recetarles homeopatía. Fue un lugar donde se sintió muy a gusto y se dio cuenta de que la gente se curaba con otras cosas que no eran medicina tradicional, “yo tampoco creía del todo en la medicina tradicional, que, claro que ayuda, porque tienes una patología y hay una medicación y puede mejorar, pero no es la única forma de poder curarte. Existe la medicina que no tiene ese rigor científico que tiene esta porque se ha invertido mucho en convencer a todo el mundo, pero también funciona, la gente se cura, entonces ¿porque no vamos a utilizarla?” nos explica el Dr. Escamilla. Como anécdota en este hotel, nos cuenta que una vez llegó un grupo de golfistas de toda España para jugar un campeonato en un campo de golf que había allí al lado, y una chica se lesionó la tarde del viernes mientras entrenaba, se hizo un esguince y se le hinchó muchísimo. Fue a su consulta para decirle a ver que podía hacerle porque al día siguiente comenzaba el campeonato y la trató con apis homeopático que reduce la inflamación y el dolor, y al día siguiente pudo jugar, y no es el único caso que nos cuenta durante la entrevista.
Ya en la facultad, cuando abrieron el Hospital Universitario, se escapaba para ir a trabajar al hospital, se iba a urgencias y decía que estaba en el paro y estaba estudiando el MIR, “no cobraba nada, ni estaba contratado, ni nada, pero era otra época, y me ponía ahí y veía pacientes, a ver, lo típico que acude a la urgencia, cólico nefrítico, dolores de espalda, dolores de cabeza, y me ponía a atender pacientes, no daba altas pero si veía gente y le hacía las pruebas… también iba con un cirujano en cuarto de carrera que operaba en El Ángel, y me ponía con él a ayudar a operar vesículas, hernias, hemorroides, lo que se opera en cirugía general. Estuve allí dos o tres años, luego fui a traumatología en el Marítimo, pedí permiso al jefe de allí. Mira yo quiero estar aquí, que estoy haciendo el MIR… allí sí que había terminado la carrera y estuve un año yendo gratis desde las ocho menos cuarto de la mañana hasta las tres de la tarde y lo que me mandaban. Estuve en traumatología un par de años me parece, estudiando el MIR y yendo allí de asistente voluntario, luego estuve para tres años yendo y aprendí mucho trauma”.
La evolución de Antonio en el mundo de la medicina empezó con los pacientes que venían de Francia al hotel donde él trabajaba. “En Francia, en el año 95, 96, 97 la medicina estética ya funcionaba, y aquí también pero aún no se usaba el Botox, entonces me decían que les pusiera vitaminas, etc., y yo decía, ¿pero esto cómo va? Y tenía un amigo, un cirujano plástico que estaba en esta consulta, lo llamé y le dije, mira aquí hay gente que me pide esto y yo no sé, él me respondió, esto es muy fácil, mándame a los pacientes, tú vente y ves que tal, tampoco es muy complicado, pero hay que tener una visión en 3D y una perspectiva diferente” nos explica el Dr. Escamilla. Después de esto, llamó a un laboratorio para que lo visitaran, le llevaron vitaminas, ácido hialurónico, Botox y otras cosas y así comenzó. Cuando cerró la consulta del hotel, lo llamaron de una clínica que se había quedado sin médico que estaba frente El Corte Inglés porque tenían muy buenas referencias de él, sabían que había trabajado en un hotel de lujo, que no había tenido nunca una reclamación y además, desde el laboratorio, le hablaron muy bien de él.
Después se fue con el médico que le había enseñado a poner vitaminas y que tenía su propia consulta, y por cosas del destino que es muy caprichoso, al poco tiempo, éste se fue a trabajar a Quirón, dejándole la consulta para él solo, y así comenzó la andadura del Dr. Escamilla con su propia clínica. Los inicios fueron duros, pues el alquiler era muy alto y todavía no tenía suficientes pacientes como para cubrir todos los gastos, pero como hemos comentado anteriormente, es una persona luchadora, tenaz y perseverante que lejos de venirse abajo, sacó adelante la clínica, incluyendo un quirófano y aprovechando para hacer publicidad y darse a conocer.
Tanto es así que ha sido premiado con la Estrella de Oro del Instituto para la Excelencia Profesional, Medalla de Oro de la AEDEPI, título Excelencia Profesional 2016, el premio de Corazones Solidarios en Marbella, y todo lo que quede por venir, porque estamos seguros que seguirá recogiendo premios por su buena labor. El Dr. Escamilla nos ha contado, que cuando recibió cada uno de esos premios “me sentí sorprendido la verdad, bueno, parece que lo estoy haciendo bien, que estoy en la línea, así que en eso estamos”.
Como curiosidad, también nos cuenta que conoció a un señor acupuntor que cursó la carrera de medicina en España, se fue a China donde volvió a estudiar la carrera, con una diferencia, que allí duraba 10 años y estuvo unos 15 años trabajando en China. Cuando vino a Málaga le pidió trabajar en su clínica y crearon una terapia integrativa con homeopatía, acupuntura, ozono, medicina holística y medicina tradicional. Gracias a esto, atendieron a muchas personas con dolores de espalda, gente mayor con problemas de artrosis, sobrepeso, obesidad, les bajaron el dolor y les pudieron quitar la medicación. “Tengo un señor, que viene ahora, y que tomaba, no sé si eran más de 10 pastillas para el dolor, ya solo le queda una… no solo no tienes dolores, sino que además, no te tomas nada para el dolor, porque hay quién está tomando pastillas y sigue con el dolor, la mayoría.” confirma el Dr. Escamilla.
Queremos saber cuánta importancia tiene retocar lo que no nos gusta, y su respuesta no puede ser más clara, “el retocar lo que no nos gusta y hacerlo más agradable para uno mismo, hace que mejores muchísimo mentalmente, que dejes de fijarte en esa zona que no te gusta. A cualquiera que tenga un complejo, que pregunte, que si tiene solución se la damos y sino, buscamos algo que le ayude a disimular un poco ese complejo, siempre hay solución para todo”.
Nos cuenta que hay muchas veces que tiene que decir que no a los pacientes, por ejemplo, cuando las expectativas del paciente no coinciden con las posibilidades reales, “imagínate, me dice, quiero la barriga plana, tensa, como cuando tenía 20 años y tiene 50, o sea, no, eso no va a pasar, va a mejorar, hasta los 40 llego pero hasta los 20… imposible, entonces claramente no” dice Antonio. Y también se niega en casos donde el paciente no ha entendido nada de lo que se le ha explicado, en esa situación, prefiere no actuar, la transparencia es primordial para él.
Nos ha contado muchos casos difíciles que han tratado con un rotundo éxito, desde una chica que tenía una deformidad en una pierna, con una cicatriz consecuencia de una accidente de tráfico y que pudieron igualarla en dos sesiones inyectándole su propia grasa de la barriga hasta algo tan raro como el caso de una chica abogada que quería entrar en la policía para las oposiciones de inspectora, pero la habían echado para atrás dos veces por no llegar a la altura, así que le inyectaron hialurónico en los talones y en la cabeza, pasó la prueba y entró, finalmente dio la talla.
Como ya os hemos contado a lo largo de toda la entrevista, en la Clínica Estética del Dr. Escamilla encontraréis tratamientos para el dolor, medicina regenerativa, ozono, medicina estética, cirugía estética y más cosas que podéis consultarle in situ.
Si algo nos ha quedado claro, es que nuestros complejos son fáciles de superar, pero lo mejor es tratarlos con alguien que se preocupe de algo más que de hacer su trabajo, alguien que quiera vernos felices después de pasar por su clínica.
Para más información:
Dirección: C/ Cervantes nº 15
Teléfono: 951700645
Email: clinicadrescamilla@gmail.com
Autora de la entrevista: Sara Gili Gatius
Se nota que a este hombre le gusta y mucho su profesión, enhorabuena!!
Desde luego que es un excelente profesional por lo que se desprende de la entrevista
Si tuviera que hacerme algo, sin duda iría a esta clínica 🙂 🙂
Una persona con las ideas muy claras por lo que se puede leer
Una gran entrevista donde se desprende la gran humanidad que tiene este hombre.