Historias personales: Tania Cañas
Mi nombre es Tania Cañas Montañés, o como me presento en el mundo digital, Tania CaMon, la combinación perfecta entre mis dos apellidos y con la magia fonética de una llamada a la acción.
Soy periodista de formación, porque a última hora en la cola de la matrícula ganó esta opción a psicología. Pero desde el principio intuí que aquellos estudios a los que dediqué 5 años no me llevarían a las rotativas ni a ningún estudio de radio o televisión. Elegir futuro con 17 años es una auténtica lotería.
Soy madrileña de nacimiento, pero mi corazón se siente también malagueño y con dos hijas “boqueronas” y casi 20 años en Málaga, creo que no admite discusión. El mismo verano que terminé la carrera sintiendo que no sabía por dónde seguir, también terminó la historia con mi primer amor. Tampoco los 17 suelen ser la mejor edad para elegir compañero de viaje. Lo mejor era poner tierra de por medio, y marcharme una temporada a Londres. Así que, sin planes, sin estrategia y dejándome llevar por primera vez en mi vida para dejar de sentirme la chica buena y responsable que nunca decepcionaba a nadie, inicié sin saberlo un viaje que me llevaría a cambiar mi Madrid natal por la Costa del Sol y un amor pasional por uno tranquilo de los que llega cuando el compañero es amigo y, sobre todo, socio en una familia.
Y aunque mi título dice que soy periodista, las carambolas de la vida me llevaron hace 15 años a empezar a trabajar en una Fundación dedicada a la atención a personas mayores, muchas de ellas con Alzheimer. Desde ese momento, mi vida profesional se ha centrado en dirigir equipos y proyectos con impacto social con diferentes colectivos vulnerables.
Steve Jobs, el mítico padre de Apple, sostenía la teoría de los puntos en la que yo creo firmemente: “No puedes conectar los puntos mirando hacia adelante; solo puedes hacerlo mirando hacia atrás. Así que tienes que confiar en que los puntos se conectarán de alguna forma en el futuro”.
Y así, llegó 2014. En ese año coincidieron en el tiempo y en mi vida, el nacimiento de mi segunda hija, una propuesta de ascenso profesional para ponerme al frente de la Fundación, pero también un diagnóstico de Alzheimer de inicio precoz de mi madre. Entonces, y a pesar del revolcón emocional, me di cuenta que llevaba años preparándome para lo que me tocaba empezar a vivir a partir de ese momento. Los puntos se unían.
Porque en ese momento entendí que, a pesar de todos esos años, no era experta en cuidados de personas con Alzheimer, solo era una hija que se lo encontró en su vida sin avisar, sin pedir permiso, sin dar tregua, y que cada día desde entonces, se esfuerza por aprender a vivir con él.
No fue exactamente entonces, pero lo cierto es que ese año marcó el inicio de un punto de inflexión importante en mi vida, que, con la perspectiva del tiempo, veo cómo cobra sentido. A partir de ahí, se convirtió en prioritaria la necesidad de ir equilibrando todas las parcelas de mi vida: la profesional, la familiar, y la gran olvidada, la personal, el tiempo para cuidarme y prestarme atención. Y a mi duelo por una enfermedad tan cruel, se sumó el firme compromiso por trabajar por una conciliación real, que me permitiera desarrollarme en todas mis facetas.
No es tarea sencilla, pero estoy convencida de que se puede lograr, sobre todo, si se tiene la valentía de pedir ayuda. Tardé en entender que no podía sola con todo, y que eso estaba bien. Busqué ayuda profesional para aceptar mi realidad, para poner mi cabeza en orden, integrar todas mis circunstancias y dejar de luchar contra ellas; pero, sobre todo, para conseguir sentirme bien y ser feliz con las cartas que se me estaban repartiendo. Y también ayuda en forma de amor, cariño y compañía de tantas y tantas personas a las que tengo la suerte de tener cerca.
Yo voy consiguiendo ese equilibrio, aunque no siempre sea fácil. Es un proceso con muchos retos y desafíos a todos los niveles, y con muchos aprendizajes que ahora, y con perspectiva, siento que quiero compartir. Porque la realidad es que cuando aceptas el reto de escucharte, es un camino de no retorno, y adquieres un compromiso contigo que está por encima de cualquier cosa.
Me ha costado tiempo “perdonar a la vida” por lo que me tenía preparado y aprender a seguir adelante viendo como “el maldito alemán” me va robando a mi madre poco a poco; sobre todo cuando años antes, ya habíamos tenido que enfrentarnos a un cáncer que nos robó a mi padre muy rápido y mucho antes de tiempo. Pero, sobre todo, me ha costado mucho tiempo ser capaz de compartir mi historia por el miedo a mostrarme vulnerable. Hasta el día que entendí que podía servir para que otras personas con situaciones parecidas sintieran compañía y apoyo.
Desde hace años, me he ido formando y certificando como coach y también en la implantación de planes de igualdad y conciliación. Al principio sin un objetivo definido, solo por el placer de adquirir conocimientos y habilidades en esas áreas que a mí tanto me están ayudado y que veo tan necesarias.
Y es ahora cuando mis puntos se vuelven a unir. El año 2020, que parece que pasará a los libros de historia por lo que estamos viviendo, para mí vuelve a ser un año de cambio decidido antes de que la pandemia nos diera a todos un revolcón de principios y valores. Cumplo 40 y lo celebro con una reinvención profesional, consecuencia de haber aprendido a escucharme y descubrir mi propósito y mi para qué.
Ahora me siento con la madurez suficiente en todos los ámbitos para poder acompañar a personas que quieran encontrar el equilibrio en su vida a pesar de las circunstancias; pero también para acompañar a empresas conscientes que quieran invertir en el bienestar de las personas que forman parte de ellas a través de la conciliación. Porque en ese sentido yo he tenido mucha suerte y se me han puesto las cosas muy fáciles. Pero no puede ser cuestión de suerte, sino un compromiso de líderes inteligentes que sepan que las empresas con futuro (no del futuro) son las que apuesten por invertir en las personas.
Si algo he aprendido es que hay que trabajar en el ahora, es lo único que tenemos seguro. Y mi ahora es éste, un proyecto personal que nace con mucha ilusión, pero también mucho trabajo. Y, sobre todo, saber que, dentro de unos años, volverá a haber una conexión de puntos que estoy deseando descubrir.
Me encuentras en hola@taniacamon.com y en www.taniacamon.com
Gran historia la de esta mujer!!!
Muchas gracias ☺️
Gran profesional, pero sobre todo gran hija, madre, amiga y mujer. Enhorabuena Tania Camon!
Oohhhh y tú una gran amiga que me ha acompañado siempre
Me emociona esta historia. Tania CaMon, un ejemplo que inspira
❤️❤️❤️❤️gracias siempre
Mucha suerte en tu proyecto… lo seguiremos de cerca… nos has dejado con la intriga.
He tenido la suerte de conocerte en persona y eres increíble por tu fortaleza y por tu gran corazón que te hace estar completamente involucrada en todo lo que haces,te deseo todo lo mejor Tania!!!