Annya Electric Violin: Cuando la pasión por la música hace que nunca te rindas
Ana Íñiguez es la pequeña de tres hermanos que comparten algo muy especial: la pasión por la música. Y aunque sus dos hermanos mayores no se dediquen profesionalmente a ella, fue el mayor el que enseñó a Ana a leer partituras antes incluso que saber a leer palabras. Para ella la música y las partituras siempre fueron algo natural, parte de su día a día, nunca hubo un plan B porque el único plan era su pasión.
Con siete años comenzó a estudiar música en el conservatorio, tocaba el violín y el saxofón hasta que la hicieron elegir y no dudó en escoger el violín. Lo tenía muy claro desde pequeña, pues nos cuenta que su madre la ponía enfrente de la tele a ver los conciertos de música clásica mientras ella hacía otras cosas y Ana solía hacer el gesto del violín. Pero estamos hablando de música clásica y esta violinista, conocida profesionalmente como Annya, destaca por tocar melodías movidas, rockeras y muy alejadas de la música que se estudia en un conservatorio.
Y es que, durante los veranos en Navarra, que es donde ella creció, estudiaba música con su vecina, quien resultaba ser Belén Estaje, la violinista de Enrique Bunbury. Es así como le “picó la curiosidad” pues descubrió que había algo más allá de la música clásica. Su primer violín eléctrico lo compró la primera vez que fue a Salamanca para seguir con su formación, pero no fue hasta que llegó a Granada cuando empezó a tocar con diferentes grupos de música.
Ha estado en varios grupos, con sus amigos tocaba versiones en algunos locales de Granada. Además, hizo una gira en acústico con el vocalista del grupo 091, José Antonio García, y un guitarrista. Ahí es cuando más se adentró en el rock. Paralelamente, Ana abrió junto a unos compañeros una escuela, pues para ella la enseñanza es muy enriquecedora, aunque jamás pensó que le apasionaría tanto ser profesora de niños pequeños. “Cuando empecé a estudiar musicología yo creía que no me iban a gustar los niños, que no iba a tener paciencia para enseñarles. Por casualidades de la vida acabé trabajando en un cole con niños pequeños, de monitora de comedor y también haciendo actividades de tiempo libre. Fue una época un poco difícil personalmente y aquello me reportó lo más grande”, fue así como decidió estudiar magisterio musical y al poco tiempo abrir su propia escuela para poder hacer lo que más quería en ese momento: enseñar.
Pero llega la crisis y con ello vienen los problemas económicos en la escuela, ya no podían mantenerla por lo que deciden cerrarla y Ana se queda sin trabajo. En Granada no había oportunidades para ella, pero una amiga había conseguido un puesto como cantante en un piano-bar de Puerto Banús y le consiguió una prueba como camarera. Ana, con una maleta y su violín se vino a Málaga, repasando en el coche el vocabulario básico de inglés pues, aunque había dicho que sabía inglés y alemán, solo controlaba este último idioma. Consiguió el puesto como camarera, pero nunca llegó a mencionar que era violinista, necesitaba el trabajo para poder vivir y no quería “meter la pata”. Sin embargo, su amiga no perdía nunca la oportunidad para recomendar a su amiga como violinista, hasta que un día el jefe de músicos le dijo que subiese a por el violín para hacer una prueba.
“Le dije al jefe que estaba al piano que tocase en re menor, y yo allí cerré los ojos y me puse a tocar, a improvisar”, fue así como Annya comenzó a compaginar su trabajo como camarera con algunas actuaciones como violinista en el mismo bar. Poco a poco, las propuestas de shows y trabajos fueron llegando, a los ocho o diez meses de estar allí trabajando, decidió que era el momento de ir dejando el trabajo de camarera por el de violinista y así fue como se hizo un hueco en el mundo de la música.
“Al principio pensé que iba a ser cosa de tres meses y que yo iba a volver a Granada. Poco a poco se fue ampliando, lo que iba a ser una temporada tocando me ha llevado a estar aquí más de cuatro años”. Para Annya la oportunidad que le brindó su trabajo como camarera no solo le sirvió como escaparate, sino también para hacer crecer la confianza en sí misma y su seguridad.
La música corre por sus venas, está claro que ella en sí es un show cuando toca y eso lo sabe cualquiera que la oye. Como Carlos Jean, con el que coincidió en Fuerteventura y pasó de “rellenar el hueco” en el cambio de un DJ a otro a tocar con él en su sesión: “Él me vio tocar y le gustó. Empezó a pinchar y me propuso tocar en su sesión. “Exprésate, toca lo que quieras”. Hicimos amistad. A raíz de ese momento mantuvimos el contacto y fuimos coincidiendo en más sitios”. Y de esa amistad surgió una buenísima oportunidad: tocar para el tema principal de la película Yucatán.
La producción de la película encargó a Carlos Jean crear el tema principal de la película, este decidió proponerle a Annya que le diese un toque de cuerda que lo pudiese enriquecer. Jean le envió la canción casi acabada y ella tras oírla varias veces se puso con su violín eléctrico en casa a grabar y hacer algunas mezclas para enviarlas. Esperando tener correcciones del productor, se sorprendió al ver que su respuesta era muy positiva, le había encantado. Pero el tiempo apremiaba, en tres días la versión final de la canción debía estar en Barcelona para ser incluida en la película. Nuevamente, la amistad le proporcionó a la violinista todo lo que necesitaba, un amigo técnico le dejó un estudio y se ofreció a hacer las mezclas, mientras que otro le dejó un violín clásico del siglo XVI para que el sonido fuese de la mejor calidad posible.
“Fuegos artificiales en el estómago, cuando terminas, la sonrisa no te cabe en el cuerpo”, es como resumía Annya la experiencia vivida. Además, aparece en el videoclip del tema, el cual podéis ver a continuación:
Y a partir de ahí surgieron nuevas experiencias, como ir de gira con el espectáculo “Revolution On Ice” organizado por Javier Fernández, campeón de patinaje sobre hielo. Allí pudo conocer a otras personas de la profesión como Blas Cantó o Diana Navarro. “Por quedarme tal y como estoy firmaba. Sigo trabajando en mis cosas fijas porque estoy muy a gusto. Me veo involucrada en algún proyecto interesante cada año que me enriquece”, nos afirma.
Ahora tiene nuevos proyectos entre manos. A raíz de la IV Gala Premios con Alma conoció a la academia de baile DFlow, quienes la sorprendieron gratamente con su grupo “Butch Queens”. Ellos están participando en un programa de talentos y quieren proponer a Annya para el espectáculo. Además, con su futuro marido, tiene en marcha el proyecto “Implosion” con el que hacen shows de guitarra eléctrica, violín eléctrico y percusión.
Y aunque no para de hacer shows, también tiene pensado poder crear su propia música. Esperamos muy pronto poder oír algo suyo, mientras, seguiremos disfrutando de esta grandísima artista que resurgió de sus cenizas después de un mal momento.
A continuación os dejamos nuestro test más personal, el «Test con Alma» que le hicimos a Annya:
Autora de la entrevista: Noelia Ruiz
Tiene que ser un espectáculo ver a esta mujer tocar.
El trabajo, el esfuerzo y la constancia de esta chica le ha dado sus frutos. Enhorabuena!
Para que después digan que tocar el violín es aburrido, pues vaya marcha le mete esta chica…
Cuando uno no tira la toalla y lucha por sus sueños, pasan cosas como estas. Bravo y que sigas creciendo!
Vaya historia de lucha y de nunca rendirse. Felicidades.